
Danilo Sánchez Lihón
Ilustración: Eduardo Yaguas
El niño tiene derecho a que la biblioteca escolar sea primorosa. Que en ella haya dejado impresas sus alas las mariposas, las luciérnagas y colibríes.
Que las personas que allí atienden
tengan luz y fulgor en el alma
y los ojos, porten alas y vistan colas de peces.
Que se enamoren de los niños lectores a quienes repartan flores.
Y no les hagan llenar fichas ni papeletas.
Que el libro sea prestado
por indicios de color, aroma y sabor,
presto al tacto y sentido gustativo.
Que al indagar acerca del contenido de tal o cual libro, sea mágica la respuesta.